domingo, 8 de diciembre de 2013

El hombre sin sentimientos

Gary era un cirujano de éxito, inteligente y solícito, pero su novia, Ellen, estaba exasperada porque, en el terreno emocional, Gary era una persona chata y sumamente reservada. Podía hablar brillantemente de cuestiones científicas y artísticas pero, en lo tocante a sus sentimientos, era (aún con Ellen) absolutamente inexpresivo. Y por más que ella tratara de mover sus emociones, Gary permanecía indiferente e impasible y no cesaba de repetir: “Yo no expreso mis sentimientos” al terapeuta que visitó a instancias de Ellen y, cuando llegó el momento de hablar de su vida emocional, Gary concluyó: “no sé de que hablar. No tengo sentimientos intensos, ni positivos ni negativos”.

Pero Ellen no era la única en estar frustrada con el mutismo emocional de Gary porque, como le confió a su terapeuta, era completamente incapaz de hablar abiertamente con nadie de sus sentimientos. Y el motivo fundamental de aquella incapacidad era, en primer lugar, que ni siquiera sabía lo que sentía, lo único que sabía era que él no se enfadaba; era alguien sin tristezas pero también sin alegrías.

Como observó su terapeuta, la impasibilidad emocional convierta a la gente como Gary en personas sosas y blandas, personas que “aburren a cualquiera”. La monotonía emocional de Gary es un ejemplo de lo que los psiquiatras denominan ALEXITIMIA, que es la incapacidad para expresar con palabras sus propios sentimientos. En realidad, los alexitímicos parecen carecer de todo tipo de sentimientos aunque el hecho es que, más que hablar de una ausencia de sentimientos, habría que hablar de una incapacidad de expresar las emociones. Los psicoanalistas fueron los primeros en advertir la existencia de este tipo de personas refractarias al tratamiento porque no proporcionaban sentimientos, fantasías ni sueños de ningún tipo, porque no aportaban, en suma, ninguna vida emocional interna acerca de la cual hablar. Los rasgos clínicos más sobresalientes de estas personas son la dificultad para describir sentimientos y un vocabulario emocional sumamente restringido.

No es que los alexitímicos no sientan, sino que son incapaces de saber y especialmente incapaces de poner en palabras lo que sienten. Se trata de personas que carecen de la habilidad fundamental de la inteligencia emocional, la conciencia de uno mismo, el conocimiento de lo que están sintiendo en el mismo momento en que las emociones bullen en su interior. Cuando algo o alguien les hace sentir, se quedan tan conmovidos y perplejos que tratan de evitar esa situación a toda costa. Los sentimientos llegan a ellos, cuando lo hacen, como un desconcertante manojo de tensiones.

Esta confusión básica de sentimientos les lleva a veces a la somatización, o confusión de sufrimiento emocional y dolor físico. (diferente a la enfermedad psicosomática en la que los problemas emocionales terminan originando auténticas complicaciones médicas). Acuden al médico en busca de tratamiento para lo que en realidad, es un problema emocional.

Aunque las causas de la alexitimia todavía no están claramente establecidas, algunos investigadores apuntan a la posible desconexión entre el sistema límbico y el neocórtex (especialmente los centros verbales), ya que hay ejemplos de pacientes que, al seccionárseles esa conexión para aliviarles de problemas graves, se han convertido en personas de parecidas a los alexitímicos, personas emocionalmente chatas, incapaces de poner sus sentimientos en palabras y súbitamente despojados de toda imaginación..



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